Donde hoy se hallan la plaza de toros y los establecimientos benéficos se situaba, hasta los años cuarenta del pasado siglo, el cerro de San Lorenzo.
Atalaya adelantada de la antigua Melilla, en él se levantó, en 1583, el primer fuerte exterior de la plaza, modesta construcción de forma circular desprovista de artillería, que un siglo más tarde, el 4 de septiembre de 1678, pese a la heroica defensa de sus 43 hombres, minada y cortada su comunicación con la plaza, caería en manos de los kabileños, que a continuación la destruyeron. Al pie del mismo, y durante los ciento ochenta años siguientes, se situó el ataque llamado de Tarara, uno de los varios ataques que circundaron Melilla tras la pérdida de los fuertes exteriores a fines del siglo XVIII, en el mismo lugar donde, en 1895, se construiría el matadero municipal.
Previsto en el Plan de ensanche y mejora de las fortificaciones de 1867, del capitán Roldán, el 20 de septiembre de 1882 se colocó la primera piedra del fuerte o torre de San Lorenzo, para cuya construcción se colocó una vía férrea que desde la Marina llevaba los materiales hasta el pie del cerro.
En años sucesivos se establecieron en el cerro: la posada para caballerías de Pedro Andreu (1894); el citado matadero (1895); el inoperante (hasta que lo tomó a su cargo la Administración Militar ) almacén de cereales (1908), cuyas pobres ruinas aún se veían a mi llegada a Melilla en 1979; el almacén de maderas y serrería de Francisco Carcaño (1909), y los establecimientos benéficos (desde 1914), comenzándose, con esta última obra, el desmonte parcial del cerro.
En el mismo lugar, desde 1913 y dirigidos por Rafael Fernández de Castro, se efectuaron importantes trabajos de recuperación de restos arqueológicos. El comienzo del fin del cerro de San Lorenzo se produjo cuando, desde 1920, se iniciaron trabajos de desmonte con el fin de aportar tierras para el relleno de los muelles de ribera; también cuando en abril de 1921 se inician las obras de la trinchera para la desviación de la vía del ferrocarril de un metro, y , sobre todo, con las obras del nuevo cargadero de mineral, cuya trinchera del ferrocarril, a espaldas del almacén de cereales, dejó al cerro convertido en una isla dentro de la ciudad.
El fuerte de San Lorenzo, que, desde el final de la guerra de Margallo, carecía de objetivo para la defensa de la plaza, había sido dedicado a otras funciones alejadas de su concepción original, como prisión, almacén de suministros de Intendencia, depósito del Parque de Artillería, cárcel municipal, y, finalmente, clínica de dementes del Hospital Pagés.
En mayo de 1927 se propuso su derribo al Ministerio de la Guerra , quien determinó que no afectando en nada a la defensa de la plaza y habiéndose observado un grave deterioro en el mismo, podía ser derribado.
El comandante general, Castro Girona, ordenó la confección de un plan de derribo que fue autorizado por el Ministro. Comenzado aquel el 27 de diciembre de 1927 se terminó la obra en junio del año siguiente.
Durante el derribo se hallaron monedas de 1882, junto con periódicos del mismo año, enterrados según la costumbres de la época. También se halló una lápida “de tiempos de Felipe II”, perteneciente a la antigua torre, que fue depositada en el Parque de Ingenieros. Al ser solicitada su entrega por la Junta Municipal para depositarla en el Museo, la Jefatura de Ingenieros adujo que, según su reglamento, para entregarla había que solicitar permiso previo al Ministerio de la Guerra , quien finalmente dio su consentimiento “siempre que el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes dijera que no había inconveniente”. Los raros y tortuosos caminos de la administración pública.
Demolido el fuerte se comenzó el desmonte del cerro, que pasó por prolongadas detenciones por falta de dinero, inserta Melilla en plena crisis económica. Iniciada la guerra civil de 1936, se continuaron las obras a cargo de la Junta local contra el Paro Forzoso.
En 1940 se hizo un proyecto para levantar en la zona 340 viviendas por un importe de 2.000.000 de pesetas, destinándose 500.000 pesetas para el desmonte del cerro. Iniciado este el 14 de noviembre de 1940 se finalizó a mediados de 1941.
Todavía no hace muchos años podían verse, donde hoy se encuentra la plaza de Fernández de Castro, los últimos e insignificantes restos del antiguo cerro, donde, por cierto, aún aparecieron nuevos restos arqueológicos.
"Todavía no hace muchos años podían verse, donde hoy se encuentra la plaza de Fernández de Castro, los últimos e insignificantes restos del antiguo cerro, donde, por cierto, aún aparecieron nuevos restos arqueológicos."
ResponderEliminarMe imagino que será para hacer los aparcamientos del pabellón, que fue lo ultimo que se desmanteló, pero, que restos se encontraron?
Gracias por el articulo, muy interesante como todos. Saludos
Dani-JSR