A
principios del siglo XX las enfermedades infecciosas tenían una gran incidencia en el panorama
sanitario de la ciudad, sobre todo las llamadas “fiebres infecciosas intestinales”, provocadas por el deficiente
estado de las aguas de consumo ciudadano, contaminadas por la falta de
alcantarillado en una ciudad en rápida
expansión poblacional y urbana, y por la existencia de pozos fácilmente contaminables de donde se surtía
la población, estando afectada aquella
con menos recursos y muy especialmente la población infantil.
Esta
incidencia era también muy acusada
en los acuartelamientos, debido a la
convivencia muy cercana de numerosos
grupos de hombres que facilitaban la expansión de las enfermedades citadas.
Durante las campañas del Rif y del Kert se puso de manifiesto, de forma notoria, la incidencia de las enfermedades de origen infeccioso entre las tropas del campo de Melilla, por lo que, para aislar
a los hombres de los enfermos, a estos se les conducía a un campamento
sanitario instalado en la Restinga. Años
más tarde serían llevados a las islas Chafarinas.
Hospital Gómez Jordana en construcción (1913)
En
octubre de 1912, la Junta de Arbitrios, haciéndose eco de las advertencias de
la Junta de Beneficencia, asumió la necesidad imperiosa de la instalación
urgente de un hospital de infecciosos en la ciudad.
El
proyecto de hospital, de Moreno Lázaro, fue aprobado en el mes de noviembre
siguiente, con el fin de destinarlo a hospital civil. Se trataba de levantar
tres pabellones de 30 camas, divididos
en dos compartimentos, para hombres y mujeres; uno para enfermos de viruela,
otros para infecciosos en general, y el tercero para dependencias. Es plan
inicial sería modificado con el transcurso del tiempo, añadiendo nuevos
pabellones y dependencias diversas.
Sería
instalado en las faldas de Camellos.
Se
terminó, haciéndose cargo de él la Junta de Arbitrios en abril de 1914, al
mismo tiempo que el general Villalba proponía, y era aceptado, el nombre de
General Gómez Jordana para el hospital.
En
realidad, lo que pretendía ser un hospital civil, fue, sobre todo, un hospital
militar.
Tras la caída de la Comandancia General de Melilla en
1921, fue necesario ampliarlo con varios barracones Docker. Antes de julio,
tenía hospitalizados 50 hombres; tras
los sucesos, 425.
Es
aconsejable la lectura del libro de Arauz de Robles (Por el camino de Annual), donde hace una corta pero dramática
descripción del hospital de infecciosos.
Hospital Gómez Jordana, proyecto de ampliación (1924)
Durante
los años siguientes se fueron sustituyendo los barracones por edificios de
mampostería. Entre ellos una dependencia para las Hermanas de la Caridad, y un
nuevo, y más amplio, depósito de cadáveres, como puede verse en el plano
adjunto.
Hospital Gómez Jordana (1925-26)
El
hospital se suprimió en septiembre de 1931, llevándose los 100 enfermos que
quedaban al Hospital Pagés.
Al
constituirse la escuela de Magisterio en abril de 1932, bajo la dirección de
Aurelia Gutiérrez Blanchard, el alcalde accidental, Gómez Morales, solicitó del
general García Boloix, jefe de la Circunscripción, la cesión del Hospital García
Jordana para instalar la escuela, con lo que se inició una agria polémica en la
ciudad, que por sí misma merece una página aparte.
Plano del Hospital Gómez Jordana (1924) sobre foto de 1982.