miércoles, 27 de julio de 2011

LAS DESTILADORAS

La caseta que se observa a la izquierda de la fotografía adjunta, al pie de la Florentina, fue un elemento persistente en numerosas fotografías del puerto de Melilla durante casi una década.

 Destiladoras de Florentina (1912)

A fines del mes de julio de 1909, iniciada la campaña de aquel año, y a medida que llegaban unidades militares a Melilla, la ciudad se encontró con un grave problema de abastecimiento de agua al tener que atender a las necesidades de un nutrido ejército expedicionario. 

Ya con anterioridad  a esta campaña se había suscitado este problema con el progresivo aumento de la población. A fines del siglo anterior, y con el fin de incrementar el caudal, se había ensayado, en el pozo de la plaza de Armas y con deficiente resultado, un sistema de elevación de agua por medio de un artilugio movido por viento.

En agosto de 1900 se colocó, en el mismo lugar, una máquina (bombillo) que, por medio de un grupo electrógeno, extraía 1.000 litros por minuto mejorando el rendimiento anterior, y con los que se surtía  de agua al barrio antiguo y Mantelete.

Con barrios en continuo crecimiento, abastecidos por pozos improvisados, con ninguna garantía de salubridad, y en los barrios más alejados, por la llamada fuente del Bombillo, que extraía su agua con un motor del que tomaba su nombre, las necesidad del líquido se hacía cada día más urgente. Lejos quedaban los tiempos de Conti y Santillana, en que se decía que el agua era abundante en Melilla.  

En marzo de 1907, el general Chacel ordenó al ingeniero de la Junta de Arbitrios capitán Redondo Ballester, estudiara un proyecto de abastecimiento de agua a tomar de manantiales situados en los límites, sin resultado alguno.

En ese mismo año, el general Serrano encarga al ingeniero de la Junta del Puerto, Manuel Becerra, un nuevo proyecto para extraer el agua del cauce del río de Oro, con el que se pensaba se llevaría el agua a todos los barrios excepto al Pueblo, proyecto también sin ejecución.

 Destiladoras de Florentina (1909) , situación (A)

En este punto encuentra a la ciudad el inicio de la mencionada campaña.

El suministro de agua a las fuerzas militares se hacía aprovechando los pozos existentes en el territorio, fundamentalmente el del llamado Huerto de las Cañas, situado en el actual barrio del Tesorillo, de donde se surtían los aljibes y carricubas de Administración Militar; las unidades situadas dentro de Melilla, aprovechaban el resto de los pozos y fuentes, como el mencionado Bombillo, y los pozos del barrio obrero, zoco, Hipódromo y Lavaderos, todos ellos con agua de mediocre calidad. En el territorio vecino, las unidades intervinientes utilizaban el agua aportada por los convoyes de Administración Militar y, con el tiempo,  los pozos que los ingenieros militares iban abriendo sobre el terreno.

El Ministerio de la Guerra, preocupado por las campañas de prensa relacionadas con la sed de los soldados,   y pese a las manifestaciones contrarias del  general Marina,  ordenó la  adquisición de destiladoras por el Cuerpo de Administración Militar (hoy Intendencia),  y el día 30 de agosto de ese mismo año llegaban a Melilla, en el Cataluña, tres grupos, a dos destiladoras por grupo.

 Destiladora de Florentina, sección

Se colocaron, dos en el Hipódromo, dos en la zona de San Lorenzo, cercanas el muelle provisional y las dos últimas, al pie de la Florentina, al final del muelle militar. Estas últimas son las que se ven en la foto.

En la adquisición de las destiladoras no se tuvo en cuenta el coste de su funcionamiento, tanto el de instalación como el de consumo de carbón, que el capitán Gallego (La campaña…1909), de Ingenieros, contrario a su utilización, estimaba en media tonelada de carbón por cada tonelada de agua destilada, para una producción de 60.000 litros en 24 horas de funcionamiento. Su compañero de Arma, Francisco Carcaño, por el contrario, pensaba, en marzo de 1910 (El Telegrama del Rif), cuando todavía no habían entrado en funcionamiento las destiladoras, que su uso era muy conveniente, estimando que con una tonelada de carbón se conseguirían  10.000 litros de agua destilada.

La campaña terminó y los grupos de destiladoras, de las que el Parque de Suministros de hizo cargo el 14 de julio de 1910,  no llegaron a ponerse en marcha, pues muchas de las  unidades expedicionarias fueron sucesivamente evacuadas hacia la Península, y buena parte del resto quedaron distribuidas  por la zona, donde los ingenieros militares hicieron captaciones de agua que aliviaron algo los  trabajosos convoyes de suministro.

Las destiladoras de Florentina continuaron en el lugar, formando parte del paisaje,  hasta agosto de 1918 en que fueron desmontadas.

lunes, 11 de julio de 2011

PLAZA DE TOROS DEL RIO

Hasta finales del siglo XIX no tuvo Melilla población  con densidad suficiente como para demandar la organización de espectáculos taurinos  con carácter permanente en la ciudad. Durante aquel siglo, y esporádicamente, se celebraban algunos festejos que solamente con muy buena voluntad podríamos llamar corridas de toros. El improvisado  e insignificante coso taurino se hallaba en el llamado barrio de la Alcazaba, al pie de la batería del Rosario. Cuando en 1918 se dieron nombres a la calles del modesto y popular barrio, una de ellas se llamó De los Toros, en recuerdo de aquel.


Tras la guerra de Margallo, el rápido crecimiento de la población, la mayoría procedente del sur español, donde los toros formaban parte del paisaje cotidiano,  hizo que al coro de voces que demandaban la celebración en Melilla de la llamada fiesta nacional fuera creciendo, hasta que la petición fue recogida por Junta de Arbitrios, el peculiar y sin par órgano municipal melillense, quien dio la autorización pertinente.


El proyecto y ejecución de la plaza, a levantar al otro lado del río, en lo que entonces era campo de instrucción,  fue encomendado al capitán de Ingenieros Julio Carande, quien se puso manos a la obra, actuando por cuenta del representante de la empresa local concesionaria, Mariano Fernández Batanero, industrial carnicero llegado a Melilla con ocasión de la guerra mencionada.  Propuso el capitán  una plaza compuesta de dos cuerpos, uno de mampostería y otro de madera de muy simple estructura, y con un  coste de 35.000 pesetas. El francés René-Leclerc, de paso por Melilla en agosto de 1904, decía que la plaza de toros presentaba “buen aspecto”, una de las pocas cosas positivas que vio en la ciudad, con la que se mostró muy crítico e incluso insultante.(Le Maroc septentrional. Souvenirs…1904)

 Plaza de toros del río, inauguración (1902)



Las obras fueron aligeradas, trabajándose día y noche para ser inaugurada en la fecha prevista, el 18 de mayo de 1902, día en que en Melilla se celebraban las fiestas de coronación del Rey Alfonso XIII.

Hay que reconocer que, desde aquella fecha, y salvo raras ocasiones, los festejos taurinos no destacaron precisamente por su calidad. Toreros de muy modesta condición, en algún caso, incluso, soldados de la guarnición, fueron los protagonistas de la fiesta. Hasta su desaparición el coso fue utilizado en numerosas ocasiones para servicios muy alejados de su propósito original.


Un año más tarde, el 13 de abril de 1903, fueron alojados en la plaza la mayor parte de las 600 personas, entre  áskaris y mujeres, que formaban parte de la mehalla del Sultán Abdelaziz , al mando del Amrani , llegado a la zona para combatir al Roghi, y que fueron desalojados, con el Bachir al frente, tras la explosión de una mina, de la alcazaba de Farhana, cuyos tristes restos aún son visibles en el lugar.

Plaza de toros (1904)


La plaza de toros fue pasando por manos de gentes voluntariosas que pretendían mantener el calor taurino en la ciudad, con escasa suerte.


Uno de ellos, Pedro Sanabra, antiguo soldado de la guarnición y funcionario de la Junta de Arbitrios, se desplazaba incluso a la Península, en 1904,  con el fin de buscar toros para la fiesta. Al año siguiente era Pedro Fernández Batanero, recientemente llegado de Málaga, e industrial carnicero  como su hermano, era quien traía toros de Tánger para las corridas; poco más tarde  salía la plaza a concurso para su arriendo , por la modesta suma de 2.000 pesetas de salida. Al año siguiente se ponía en venta, siendo adquirida, en 16.000 pesetas, por el industrial almeriense Juan Saenz, que pretendía convertir la plaza en almacenes de cara al comercio con las kabilas vecinas. Aparecen voces en la ciudad aconsejando a la Junta de Arbitrios su adquisición y conversión en fondak con el mismo destino. Finamente, en julio de 1907,  fue adquirida por la Compañía del Norte Africano que, no sabiendo que hacer con ella, propuso su derribo a principios de 1909.

 Plaza de toros, ubicación (1909)



Por aquel  tiempo José Ferrín, P. Pillo, el popular periodista, escribía, incisivo, sus Cositas en  El Telegrama:

…esa plaza

Por la cual tantos maletas

Han cruzado, para escarnio

De la taurómaca fiesta



Iniciada la campaña de 1909, la plaza se destina a acuartelamiento del escuadrón de Lusitania, siendo seguido al año siguiente por el 10º Montado de Artillería , y en 1912 por  una unidad de caballería que la destinó a picadero, función que siguió desempeñando aun  cuando ya el coso presentaba señales evidentes de ruina.
Se demolió el 4 de mayo de 1917.

  Plaza de toros, ubicación (1913)