Con proyecto del comandante de Ingenieros Alejandro Rojí y Dinarés, las obras de desviación del río de Oro, tras no pocas vicisitudes, dieron comienzo el 22 de diciembre de 1871, antes incluso de que el proyecto fuera aprobado, comenzando a circular las aguas el 7 de marzo siguiente.
Expuesto el nuevo cauce a grandes crecidas en las épocas de lluvias intensas, durante días se hacía imposible el cruzarlo sin grave exposición para los osados que lo intentaban. En aquellos años eran raras las ocasiones en que se hacía necesario pasar al otro lado del río; por ello un proyecto de puente firmado por el capitán de Ingenieros Aurelio Alcón en 1877 no llegó a aprobarse.
Pero con la llegada al Gobierno Militar del brigadier Macías cambiaron las formas y el nuevo gobernador puso en marcha, por un lado, el establecimiento de un sistema de patrullas que recorrían frecuentemente el territorio, y por otro, la recuperación del viejo proyecto de construcción de torres que la permanente mala situación de la hacienda pública había impedido poner en práctica pese a la insistente demanda de gobernadores y técnicos.
Proyecto de puente semipermanente (Vives, 1893)
Tras el fuerte de San Lorenzo, se comienza la construcción del llamado De los Camellos, al otro lado del río, cuya primera piedra se colocó, según el acta, el 28 de noviembre de 1883.
Ambas circunstancias, patrullas y fuertes, hacían necesaria la construcción de un puente que salvara el cauce del río de Oro en el tramo comprendido entre su desembocadura y un punto situado a un kilómetro hacia el interior. Este debe ser el proyecto de puente que menciona el capitán Ortega en su Memoria de 1885 y que él sitúa entre los cerros de San Lorenzo y Tesorillo, cuyo expediente no me ha sido posible encontrar en el Archivo de Segovia y que seguramente se halla todavía en los sótanos del Cuartel General.
La urgente necesidad de su construcción se puso claramente de manifiesto durante la guerra de Margallo (1893), cuando las lluvias otoñales dejaron aislada la margen derecha del río, con su consecuente indefensión. El general Martínez Campos, cuya fuerte personalidad no es necesario resaltar, presente en Melilla por la campaña, resolvió el asunto con rapidez y el 10 de diciembre de 1893 el Comandante General de Ingenieros del Ejército ordenó al comandante Vives (quien años más tarde sería Comandante General de Melilla), presente en la plaza, un estudio urgente para la construcción de tres puentes, semipermanentes (es decir, provisionales, el persistente y tradicional error), para cruzar el río por la zona del Tesorillo, por la de Camellos y por un punto a determinar aguas arriba de Santiago. Reconocido el terreno por Vives, con los tenientes Moguel y Navarro, se hizo el correspondiente proyecto.
Puente de Camellos en construcción (1893)
A la altura del Tesorillo el puente tendría 28 metros; el de Camellos, 48 y el de Santiago, 44. Los tres, de similares características, se apoyarían en estribos de mampostería hidráulica, las pilas de madera formad as por un pie derecho central y dos pies laterales ligeramente inclinados , unidos por dos cepos, reforzados por cruces de San Andrés y afirmados en una barrica llena de hormigón.
Se pidieron los materiales a Málaga y una vez llegado se comenzó su construcción.
En el ínterin, y para facilitar provisionalmente el paso del río, a la altura del de Camellos y bajo la dirección el capitán Ortiz de Zárate, se colocó una pasarela de madera a base de caballetes, cuya estructura se ve en una de las fotografías adjuntas.
La dirección de los trabajos del puente de Camellos corrió a cargo del teniente de Ingenieros José Núñez Muñoz, del Tercer Regimiento de Ingenieros, de guarnición en Sevilla, presente en la campaña. Se terminaron cuando la campaña estaba prácticamente finalizada, y solo quedaba pendiente la parte diplomática, con lo que el asunto de los puentes permanentes, indispensables para la plaza, tal como ponía de manifiesto Torres Campos (La cuestión de Melilla. 1894), quedó sin resolver.
Puente de Camellos y pasarela (1894)
Desde entonces casi todos los años, tras las épocas de lluvias, hubo que hacer reparaciones en los puentes de madera, quedando especialmente dañados durante las avenidas de 1899 y 1906, sobre todo en esta última, en que las aguas, que seguían buscando el antiguo cauce, se llevaron un tramo del puente de Camellos y el viejo lavadero junto al mismo; una avenida similar a las ocurridas en noviembre de 1880, en que el agua alcanzó 1,20 metros en la torre de Santa Bárbara, o la del mismo mes de 1884, que alcanzó 80 centímetros en el muro X, en las que las barracas de madera del Mantelete fueron arrastradas por la corriente y uno de sus arrendatarios, junto con su mujer y su hija, perecieron ahogados.
Puente de Camellos
El puente de Camellos fue reparado, y aunque en 1920 fue reforzado con pilarotes y una baranda más sólida, finalmente no hubo otra solución más acertada que su sustitución por uno nuevo, habilitado al tráfico en diciembre de 1923, que, con diversas reformas y ampliaciones, ha llegado hasta hoy.