Dentro de dos años se cumplirá el centenario de la creación del primer grupo de exploradores de Melilla, asociación juvenil que, tras un silencio de cuarenta años, volvió a renacer y hoy se mantiene muy activa.
Los exploradores, también conocidos como boy-scouts, habían sido fundados en Inglaterra en 1909, con antecedentes en Estados Unidos y Canadá, por el general Robert Baden-Powell. Fueron seguidos en Francia por la organización juvenil de los Jeunes Eclairons.
En España el proyecto fue asumido por el capitán de Caballería Teodoro Iradier Herrero, director de la Revista de Caballería, en la que, en 1912, comenzó a diseñar uno similar similar, que en cierto modo sustituía los antiguos batallones infantiles. Se creó un Comité Central presidido por el Duque de Tamames, ofreciéndose la presidencia honoraria el rey Alfonso XIII.
En Melilla la iniciativa estuvo cargo de Miguel de Elizaicin, coronel jefe del Regimiento de Taxdirt, unidad que entonces tenía su acuartelamiento en el Mantelete, cercano al fuerte de San Miguel, y cuyo último vestigio es lo que queda de la llamada Casa de Aviación.
Elizaicin escribió, en el Telegrama del Rif del 23 de junio de 1912, un artículo en el que ponía de manifiesto las bondades de una asociación juvenil de esta naturaleza, pues se trataba de una organización muy conocida entre las naciones que marchan a la cabeza de la civilización, una verdadera escuela de ciudadanos, y cuyo objeto fundamental era educar la voluntad de los jóvenes, llevando una vida campestre, y teniéndose que bastar a sí mismos para resolver las dificultades y riesgos, adaptándose al medio, educación que las habría de servir para enfrentarse a las dificultades de la vida.
En el artículo, Elizaicin especificaba los artículos del decálogo de la organización inglesa, por los que la lealtad, la amistad, la cortesía, la obediencia y otras virtudes, debían formar parte del bagaje moral del explorador.
Melilla, según el coronel, debía se una de las primeras ciudades españolas en crear un grupo de exploradores, cuando ya en otras doce provincias se estaba en proceso de organización.
Aunque hubo adhesiones a la iniciativa, no se llegó a un numero de afiliados suficiente para formar un grupo. En noviembre de ese mismo año se fundó en Madrid la Asociación Los Exploradores de España, que fue presidida por el Duque de Tamames.
Tan poca asistencia tuvo en Melilla la iniciativa de Elizaicin que, un año más tarde se volvió a retomar el asunto, llevándolo esta vez hasta el Comandante General, Gómez Jordana, en el cargo desde el mes de enero anterior, quien acogió benévolamente la idea y, de acuerdo con el Gobernador, General Villalba, encomendó a su ayudante, el comandante de Infantería Manuel García Álvarez, la tarea de instruir a los nuevos “scouts”.
Explorador melillense
En mayo de 1913 se consolida la formación del grupo de exploradores, cuyos estatutos fueron aprobados en el Casino Militar de la Avenida el 27 de julio de ese año. Se nombraba instructor del grupo al teniente de Caballería del regimiento Taxdirt Manuel Ugarte García.
Aunque el número de afiliados fue muy escaso, al menos se comenzó a hacer algo, efectuándose una primera salida al campo vecino, una marcha a la cabila de Beni Sicar efectuada el 12 de octubre del mismo año.
La Asociación llevó una vida lánguida durante aquel tiempo, sin afiliados y sin impulsores que la mantuvieran viva. En 1915 estaba a cargo del profesor Rafael Fernández Martín, pero ya sin pulso alguno, y cuando el coronel Elizaicin se fue de Melilla en mayo de 1916, por su ascenso a general, estaba prácticamente muerta.
A iniciativa del Consejo Nacional, hubo un intento de recuperarla en marzo de 1917, a cargo del comandante de caballería José Álvarez de Sotomayor y Zaragoza, del regimiento de Alcántara, con cuartel en el Hipódromo. Voluntarioso, el comandante consiguió la creación de los exploradores en Tetuán, impulsar la en Ceuta, donde también permanecía estática, pero apenas avanzó nada en Melilla. Pretendió implicar a los generales Aizpuru y Monteverde en el asunto, de los que recibió muy buenas palabras, pero en los que había muy escaso interés.
Se mantuvo la organización, pero sin apenas movimiento. En junio de 1925 era jede de Sección el teniente Eduardo Rubio Funes, de la Medalla Jalifiana.
Exploradores en el Río de Oro
Volvió a renacer en enero de 1929, gracias al fuerte impulso dado por su delegado el coronel Miaja. En marzo, y en un local cedido por la Junta Municipal en el barrio Gómez Jordana, hubo una reunión a la que asistieron el comandante de Intervenciones Militares Jesús Jiménez Ortoneda, el ingeniero industrial Francisco de las Cuevas, el director del Banco de Bilbao, Juan Troncoso, el representante del Monopolio de Tabacos en el Norte de África José Jorro, los comerciantes David Benchimol y Ahmed Amor, y el multifacético Rafael Álvarez Claro, del que es difícil saber en que sector económico de la ciudad no tenía intereses.
De aquella reunión salió una voluntad más firme que las anteriores para impulsar la Asociación.
Barracones de los exploradores a la entrada de la calle Plus Ultra
Se cedió a los exploradores los barracones que la academia de árabe tenía en la calle Aviadores del Plus Ultra, academia que, por cierto, sería suprimida unos meses más tarde.
La Asociación, en esta nueva época, llegaría a contar con unos 100 afiliados, agrupados en lobatos, 1ª, 2ª y 3ª categoría. También se editó una revista, El Aullido del Lobo.
Su primera excursión, el 7 de abril, de corto recorrido, sería a los barracones cedidos por el Jefe de la Circunscripción, Manuel González Carrasco, en lo que fue hospital de Alfonso XIII, en las alturas del mismo nombre. Era jefe de la tropa el comandante Jesús Jiménez Ortoneda.
Posteriormente hicieron salidas a la cabila de Beni Sicar, para lo que se les habilitó un campamento en la zona de Taurirt, tal como se ve en la fotografía adjunta. Con el tiempo incluso viajarían a otras ciudades, como Tánger por ejemplo.
Campamento de Taurirt, acabado de instalar
Por la reorganización, debida al impulso del coronel Miaja, éste sería recompensado con la Encomienda de la Orden del Mérito Civil. La primera condecoración, la medalla al Mérito Escultista, le fue concedida al instructor Si Ahmed Abdelkader Hach Tieb.
Faltaba, para sus salidas el campo vecino, un albergue permanente, para lo que solicitaron ayuda a la Junta Municipal, que les concedió 500 pesetas, y con otras ayudas particulares recibidas, en enero de 1931 se inauguró el nuevo albergue de Taxdirt.
En la inauguración del Cine Perelló, el 29 de enero de 1932, y para recaudar fondos destinados a la asociación, los exploradores organizaron una función especial, que fue presidida por Miaja.
Por la misma época, se solicitó al coronel Miaja que el albergue de Taxdirt no estuviera exclusivamente dedicado al servicio de los exploradores, sino que igualmente fuera utilizado como colonia escolar, a lo que Miaja accedió.
Por fin, en sintonía con los nuevos tiempos, en mayo de 1934 se organizó un grupo de Girl Guides, dentro del llamado Club de Exploradores de España. Agrupación de Melilla.
La sede de la calle Plus Ultra fue reformada e inaugurada el 5 de mayo de 1935, siendo, según la organización del grupo, presidente del Consejo local el señor Soriano, comisario provincial el señor Revilla y secretario el señor Blanco. El local serviría incluso como sala de conferencias.
Poco tiempo tuvo de vida la Agrupación en esta fase de su historia. En julio de 1937 se refundió con la FET y el albergue de Taxdirt, en 1942, sería convertido en albergue universitario.
Cuarenta años más tarde, los exploradores volverían a renacer en Melilla.
Querido Paco,
ResponderEliminarMuchas gracias por esta historia del scultismo en Melilla.
Siempre Listos
Chakal Apedreado
Ricardo
Buenos días D. Francisco.
ResponderEliminarMi nombre es Víctor y soy el Presidente de ASDE Scout de Melilla y necesitaría ponerme en contacto con usted si fuera posible.