viernes, 30 de octubre de 2009

BATERÍA J


 Batería J

Cuando la guerra de Margallo difuminaba sus ecos y había perdido actualidad en Melilla y en toda España, entrado el año 1894, la Comandancia General de Melilla dispuso la construcción de una batería en las laderas de Cabrerizas Bajas que asoman al cauce del río de Oro. Prevista en el Plan de Defensa aprobado tras la campaña, la Batería, que recibía el nombre de Jota por ser la letra con que era señalada en el plano, fue construida en breve plazo de tiempo.
Tenía forma de heptágono irregular, en su gola llevaba adosado un pequeño cuartel con capacidad para 25 hombres y en el frente mostraba tres cañoneras sobre las que debían asomar otros tantos cañones de 9 cm. A ambos lados, aspilleras para la defensa inmediata de la batería. 

Su misión era impedir la entrada de un supuesto enemigo a través del valle del río de  Oro.

Evidentemente nunca hubo ocasión de comprobar el acierto de su construcción, puesto que ningún enemigo apareció por la zona.

Estuvo abandonada hasta que, años más tarde, se le dio un destino inesperado, su última contribución a la ciudad.

Al aumentarse en 1912 la plantilla de la Guardia Civil en Melilla en un oficial, un cabo y 19 guardias de caballería, el cuartel del Mantelete, ya desaparecido, era insuficiente para acoger al nuevo personal.

El Capitán Alemán, jefe de la benemérita en la ciudad, solicitó y obtuvo que los locales de la batería J fueran dispuestos  como nuevo cuartelillo de la Guardia Civil.

Efectuadas las obras de reparación necesarias, la batería albergó, no solo a los nuevos guardias llegados sino a los guardias de caballería destacados en Nador, que fueron sustituidos por otros tantos de infantería.

Alrededor de la batería J nació y creció, desde 1915, el barrio que lleva su nombre.

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